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lunes, 19 de enero de 2015

Ser padre de un Adolescente

                                                                                       
Mi hija era un encanto, generalmente amable y de buen humor. Pero ahora no sé qué le está pasando. La mayor parte del tiempo está enojada y ni siquiera sabemos por qué, ¿En qué momento me la cambiaron?


La adolescencia, es la etapa comprendida entre los 11 y los 18 años caracterizada por una serie de cambios físicos, psicológicos y sociales, que comienza con la pubertad. Todos los padres en algún momento hemos escuchado algunas definiciones de adolescencia, que contemplan procesos de cambio y ajustes hormonales, sin embargo más de uno ante la presencia de dichos cambios, se ha sentido confundido y preocupado, se ha preguntado ¿Qué le está pasando?, ¿en qué momento me lo cambiaron?, algunos padres piensan que se trata de un episodio pasajero en donde algo específico ha alterado a sus hijos y que con ayuda psicológica pronto volverán a ser los de antes, otros culpan a la situación familiar, la época, las malas compañías, la escuela, etc. Lo cierto, es que son adolescentes y comienzan a crear a un individuo propio.

Es decir están pasando por un proceso de individuación, que significa, comenzar a separarse física y emocionalmente de los padres, para descubrir su propia individualidad, tal proceso se encuentra plagado de confusión desajustes y miedos, en este proceso comúnmente surge la rebeldía como manifestación de la necesidad del hijo de rechazar a los padres y todas sus enseñanzas, para encontrarse a sí mismo.

María descubrió está “triste realidad” cuando se fue de compras con su hija. Las dos salieron con una sonrisa y su mejor ánimo para encontrar el vestido ¡inolvidable!, pero regresaron a casa agotadas,  peleadas y sin vestido. –No se para que me pides que te acompañe si nada de lo que te escojo te gusta- decía María a su hija. Andrea le contesta – tú crees que sigo siendo la niñita de 10 años a la que vestías como querías, pero aunque te pese, ¡ya crecí! - 

El adolescente, necesita oponerse, descalificar y desacreditar todo lo que le ha rodeado, por lo tanto tomará riesgos,  faltará a las reglas, se volverá temerario, todo para separarse de sus padres, porque aun cuando no tiene clara su identidad, tiene perfectamente claro que no quiere parecerse a sus padres, todo esto con la finalidad de encontrar su individualidad y construir su identidad.  

Algunos padres se sienten angustiados con la sola idea de que sus hijos crezcan, les preocupan las decisiones que tomarán y se sienten responsables de su vida y sus actos, tengan la edad que tengan, pero aunque sea difícil aceptarlo, la rebeldía es una señal de que están sanos, de que su proceso de madurez va por buen camino y se encuentran en la búsqueda de sus propios valores, sus propios gustos y finalmente sus propios caminos.

Sin embargo el hecho de que sea saludable, no sugiere que el adolescente se encuentre capacitado para la toma de decisiones o ser responsable por completo de su conducta, debido a que no cuenta con la experiencia suficiente para encontrar todavía este camino, debido a que es un ser en desarrollo que necesita de nuestra guía, enseñanza y protección.  

Hay algunas cuestiones fundamentales que tenemos que considerar para relacionarnos mejor con nuestros adolescentes, y esto tiene relación directa con aceptar los cambios.

Si  nosotros comenzamos con aceptar nuestros propios cambios, acordes con la etapa de la vida por la que estamos pasando, será más sencillo aceptar también que nuestros hijos han cambiado,  que ha dejado de ser el pequeño que algún día tuvimos entre nuestros brazos para convertirse en un ser independiente. Que de igual manera necesita de mi ayuda y de nuevos ajustes en la forma de relación, la disciplina, la comunicación y la exigencia, por lo tanto no puedo seguir con mis tácticas de cuando tenía siete años.  

Y si me informo, y  conozco lo que pasa y porqué pasa me preocuparan menos sus arranques de ira o sus malas caras y estaré en posición de manejarlos desde otra perspectiva, sin tomármelo de manera personal, apoyando su proceso y alentándolo a caminar por la vida de manera segura e independiente.

Nuestra forma de educar por lo tanto será más efectiva y tendremos mayores elementos para comprenderlos y comunicarnos con ellos de forma más efectiva, con amor incondicional, firmeza y madurez.

Fuentes consultadas:
·                     Borbolla de Niño de Rivera J. (2011), Profesión mamá: adolescencia (la maestría), México: Producciones Educación Aplicada.
·                     Barocio R. (2008), Disciplina con amor para adolescentes, México: Editorial Pax México.

Elaborado por: Perla Madrigal Montoya, Licenciada en Psicología especialista en Educación, actualmente colabora en el área de Psicopedagogía  de la Preparatoria Zoebisch, como tutora y  es docente en las materias de orientación y prevención de adicciones. 


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