Los valores son
referencias fundamentales, profundamente arraigadas que nos sirven para
jerarquizar nuestra vida, tomar decisiones y evaluar nuestra propia conducta y
la de los demás en diversos grados de aceptación o rechazo.
Respondamos
las siguientes preguntas:
- ¿Qué valores realmente tratamos de inculcar a nuestros hijos?
- Nuestra conducta cotidiana ¿es congruente con dichos valores?
- ¿Somos consistentes en dicha congruencia o sólo lo somos esporádicamente?
Necesitamos
el empleo de valores para educar exitosamente desde una perspectiva formativa,
ya que estos dependen de un amplio sistema de creencias, ideales, pensamientos
y actitudes, que desembocan en las emociones que determinan nuestras conductas.
Un
punto de partida es establecer cuáles son los valores primordiales (dos o tres)
que a nivel personal empleamos en nuestro rol de padres de familia, para
posteriormente consensar en pareja (involucrando a las personas que participan
en la educación de nuestros hijos, como los abuelos, tíos u otros familiares).
Tomado como base lo anterior, podemos comenzar a redactar algunas reglas
simples, prácticas y breves.
A
continuación, describimos algunas consideraciones importantes en las que
podemos apoyarnos para el establecimiento de las reglas basadas en valores.
MANUAL PARA LA ELABORACIÓN DE REGLAS POSITIVAS Y APLICABLES
Las reglas por
sí mismas no tienen sentido, a menos que previamente se defina con claridad el
valor del cual emanan.
Las
reglas del hogar son formas prácticas de vivir los valores prioritarios que como
padres deseamos fomentar en nuestros hijos. Las reglas son negociables, los
valores no.
Es
muy importante que enlistemos las reglas teniendo en cuenta de qué valor
provienen, de lo contrario llegamos a caer en la autoridad impositiva del
“¡porque soy tu padre y punto!”.
1. Evita el exceso de reglas,
sólo debe reglamentarse la conducta que genere conflictos continuos.
Procuremos
que sólo se elaboren reglas que observemos necesarias en función de que sean
comportamientos que desaten conflictos de manera continua. El resto se manejará
con acuerdos para cada ocasión.
2. Las reglas son conductas
derivadas de algún valor claramente identificable.
Algunos
ejemplos que nos permitirán entender este punto, se describen a continuación:
- Valor: responsabilidad. Regla: “Cumplir con los horarios acordados”.
- Valor: respeto. Regla: “Avisar lo antes posible cualquier contratiempo que impida cumplir con lo acordado”.
3. Indican la forma para poder
hacer algo, no sólo la prohibición.
Se
sugiere que la redacción de las reglas sea en positivo y no en negativo, para
no limitar los márgenes de negociación. Por ejemplo:
- Correcto: “Se puede usar lo ajeno sólo con permiso de su dueño”. Incorrecto: “No se puede usar lo que no es tuyo”.
- Correcto: “Las diferencias se arreglan dialogando”. Incorrecto: “Está prohibido pelearse a golpes”.
4. Son conductas completas en sí
mismas, no condiciones para obtener un privilegio o beneficio posterior.
Evitemos
plantear las reglas como condiciones, es decir, debe existir congruencia en la
afirmación indicada. Los siguientes ejemplos nos permitirán entender este
aspecto:
- Correcto: “Mantenerse limpio diariamente”. Incorrecto: “Se puede ver TV después de bañarse”.
- Correcto: “Estudiar diariamente”. Incorrecto: “Hay permisos sólo si tienen buenas calificaciones”.
5. Son breves y no incluyen las
consecuencias en caso de no cumplir con ellas.
Solamente
expresa la conducta esperada, sin mayores explicaciones. En caso de que haya un
cuestionamiento sobre la regla, se deberá recurrir a la explicación del valor
del cual se desprende. Algunos ejemplos, son:
- “Llegar puntual a las citas y compromisos”
- “Cumplir con todas las tareas escolares”
6. Se modifican de acuerdo a la
edad y etapa vital de quienes afecta.
Las
reglas deben evolucionar, pueden ser negociadas; los valores no. Los acuerdos
tomados en el hogar deben variar según la edad y circunstancias, en caso
contrario se romperán abierta o encubiertamente.
7. Los hijos deben participar en
su elaboración y redacción.
Para
lograr que las reglas sean eficaces, debemos permitir que nuestros hijos se
adueñen de ellas, es decir, que estén convencidos de que les conviene
comportarse así y que dichas reglas aplicarán tanto para ellos como para los
demás miembros de la familia. Los beneficios que se obtendrán, son los
siguientes:
a. Los hace dueños de la regla.
b. Les otorga sentido de
pertenencia, al hacerlos partícipes de una dinámica que afecta a toda la
familia.
c. Les inculca el hábito de llegar
a acuerdos sobre temas conflictivos, al practicar el diálogo como recurso de
solución de problemas interpersonales.
d. Se sustituye la autoridad
inapelable de los padres por el convencimiento de beneficios y valores claros.
e. Se disminuye el riesgo de la doble
moral derivada del temor.
8. Puede haber excepciones a las
reglas.
Dependerá
de las circunstancias, de la situación del momento y considerando que las
excepciones deben ser mínimas, de lo contrario, la regla resulta inoperante.
Fuentes consultadas:
- Schmill H. V. (2003), Disciplina inteligente, Manual de estrategias actuales para una educación en el hogar basada en valores, México: Producciones Educación Aplicada, 4ta. Edición
Claudia Verónica Villegas
García
Originaria
de Pachuca, Hgo., actualmente es Coordinadora de Psicopedagogía y Docente en la
Preparatoria Zoebisch. Cuenta con la licenciatura en Psicología y la Maestría
en Tecnología Educativa
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