La adolescencia, considerada como
una etapa del desarrollo del ser humano, se caracteriza por una serie de
cambios, fisiológicos, físicos, emocionales y sociales, por lo que los padres
frecuentemente nos preguntamos, ¿Qué le está pasando?, de la misma manera que
nuestros hijos e hijas se preguntan, ¿Qué me está pasando ¿? . A llegado la hora de comprender lo que están
viviendo en ese momento, ya que deben transcurrirla tranquilamente, para lograr
ser una persona saludable e integra, lo que hace indispensable el
acompañamiento de los adultos para desarrollar todas la habilidades que
requerirán en su futuro.
En la adolescencia, entre los 15 y 18 años
de edad, entran a otro cuestionamiento, ¿Quién soy? y los padres a menudo decimos “lo (a)
desconozco”. En estas edades culminan los cambios físicos que provocan
desajustes emocionales, en los adolescentes; en los próximos años alcanzará la
madurez total que le permitirá ingresar al mundo de los adultos, mientras tanto
los padres de familia debemos saber que la adolescencia implica una serie de
reajustes en la vida de los jóvenes, tanto en su interior, como en las
relaciones de los demás. Una de las principales demandas de ellos hacia los
adultos es la independencia, exigen la libertad de realizar actividades para
ellos importantes.
Los adolescentes tienen la
certeza de estar haciendo las cosas de la mejor manera posible, todo lo
relacionado con sus propios intereses adquiere valor. Aquí empiezan los
desacuerdos con los adultos, porque estos últimos desean seguir dando
instrucciones a sus hijos o hijas sobre qué hacer y cómo hacerlo. En la medida
que padres y madres de familia se muestren tolerantes con las necesidades de
las y los jóvenes, se llegaran a establecer acuerdos benéficos para ambas
partes.
A estas alturas de la vida, las
personas no solo han aumentado de talla, sino también han registrado progresos
a nivel intelectual. Conforme van habilitándose en nuevas formas para afrontar
el vivir cotidiano, va disminuyendo en forma progresiva la agresividad y la
angustia con la que se conducían cuando estaban en la pubertad.
Otra de las cosas que tenemos que
hacer con nuestros hijos e hijas es comprender la importancia del grupo de
amigos en esta etapa de desarrollo, ya que con ellos se sienten comprendidos y
escuchados ya que todos están atravesando por cambios similares; lo que si necesitamos
saber es quiénes son sus amigos, conocer donde viven, quienes son sus padres, a
que se dedican y que costumbres tienen. Normalmente cuando se sienten
totalmente desorientados o no pueden tomar una decisión, los hijos suele
recurrir al padre o la madre, entonces es el momento de escucharlos, mostrarse
comprensivos, evitar reclamos e insultos o chantajes, porque es lo que menos
desean escuchar. La comunicación precisa y libre de violencia, constituye una
forma de acompañarlos.
Una de las situaciones que más los enfada
es el que el padre o la madre los evidencie delante de sus amigos; otra
situación complicada se puede dar, si se llegan a percatar de que alguien ha
hurgado en sus pertenencias, pues esto será interpretado como un signo de falta
de confianza y de violación de su privacidad.
Para algunos padres y madres de
familia resulta muy difícil darse cuenta y aceptar que los hijos están
creciendo; ya no son aquellos pequeños con quienes podían jugar, ahora tienen
otros intereses y objetivos.
Así como los adolescentes
requieren de hacer ajustes en su vida, los padres debemos hacer lo mismo para
comprenderlos y juntos desvanecer los obstáculos que puedan presentarse.
Además una de las cuestiones de
mayor relevancia a esta edad, es el descubrimiento de la identidad propia, por
lo que buscan modelos que puedan imitar, decoran su cuarto con fotografías,
posters o recortes de revistas del ídolo que admiran; ven en este personaje
atributos que les gustaría tener: prestigio, reconocimiento, fama, moda.
Es sumamente importante la
supervisión de las actividades que los hijos consideran como recreativas, ya
que a veces los padres no nos damos cuenta de que a los eventos que asisten
pueden resultar peligrosos, por ejemplo un concierto en donde hay alta
probabilidad de oferta y uso de drogas, alcohol o tabaco.
Generalmente los adolescentes
manifiestan su deseo de convertirse en profesionistas y se preparan para
estudiar ciertas disciplinas, se inicia entonces alrededor de los 18 años la
construcción de un proyecto de vida, ya que están a un paso de incorporarse a
la madurez, por lo que tienen una visión de su propio futuro y buscan conciliar
sus deseos y perspectivas en el ambiente sociocultural.
Los padres de familia podemos
orientarlos para seleccionar la profesión, oficio u ocupación de su interés.
Juntos podemos buscar información de los planteles que ofrecen la carrera que
desean, pedir asesoría al Orientador Vocacional de la Escuela y conocer todas
las opciones. Es fundamental abrir espacios de escucha e intercambio de puntos
de vista. Nunca hay que imponer; negociar es la clave para una comunicación
asertiva con hijos e hijas.
Por último, otra recomendación a los padres de familia, para poder comprender mejor a nuestros adolescentes, recordemos cuando nosotros fuimos adolescentes, probablemente ahí encontremos las respuestas para darles un mejor acompañamiento con calidad y calidez, no olvidando que el amor que les tenemos a nuestros hijos e hijas, nos compromete a ser mejores como padres de familia. Si se puede... !!!!!!
Agradecemos el presente artículo a la Dra. Denis Andrea Márquez Acosta: Psicóloga Educativa, Maestría en Enseñanza Superior, Maestría en Administración Escolar, Doctorado en Pedagogía, Diplomado en Psicología del Deporte y Diplomado en Terapia Familiar. Experiencia Docente en Educación Superior en las Licenciaturas de Ciencias de la Educación, Medicina y Psicología. Actualmente Coordinadora Académica de Licenciaturas en la Escuela Dr. Alberto Zoebisch.
1 comentario:
Excelente articulo.
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